Las jornadas fueron inauguradas el jueves 10 de noviembre con la presencia de la edil de Bienestar Social del Ayuntamiento de San Sebastián, Aitziber San Sebastián; el director de Protección a la Infancia de la Diputación Foral de Gipuzkoa, Patxi Agiriano; el director gerente del Instituto de Reintegración Social de Euskadi (IRSE-EBI), Juan Luis Fuentes, y la responsable de la Facultad de Psicologia de la UPV/EHU, Andone Sistiaga.
En la conferencia inaugural, Mª Jesús Mardomingo, doctora en Medicina y especialista en Pediatría y en Psiquiatría por la Universidad Complutense de Madrid, habló sobre los ‘Trastornos psiquiátricos y dilemas éticos con menores’. La primera jornada contó también, en la mesa debate ‘Desde el contexto académico…’, con los doctores en Psicología Sagrario Yarnoz (profesora de la UPV/EHU) y Félix Loizaga (profesor de la Universidad de Deusto) y el doctor en Psiquiatría Michael Botbol (profesor de Western Brittany University). Por la tarde, una segunda mesa debate se acercó al tema de las jornadas ‘Desde los programas de intervención psicoeducativos…’, y contó con las experiencias de los programas Anothe y Trebatu, de Euskarri Gipuzkoa y de Gakoa. Una tercera mesa de debate trató sobre las ‘Convergencias y divergencias en el abordaje terapéutico con adolescentes’ de la mano del psicólogo y psicoanalista Jorge Tío, el psiquiatra Lluis Mauri, el psicoterapeuta Ángel Estalayo y el psicólogo J. Carlos Romero.
El programa del viernes 11 de noviembre contó con una cuarta mesa de debate ‘Desde el contexto clínico…’ en la que intervinieron los psiquiatras Carolina Liaño y Carlos Mirapeix y el psicólogo clínico y psicoanalista Mark Dangerfield. La conferencia de clausura la ofreció Juan Antonio Abeijón, psicoterapeuta de familia y de grupo y especialista en alcoholismo.
Contextos de involuntariedad
En los conflictos protagonizados por niños, niñas y personas jóvenes, hay muchas ocasiones en que el abordaje de la intervención desde dispositivos ambulatorios se vuelve inviable por la intensidad y la gravedad de la situación o por su enquistamiento. Se trata de aquellos casos donde existen claros problemas de autorregulación emocional, conductual o cognitivo, y que ponen en serio riesgo la integridad física y/o emocional de las demás personas y la de la propia persona joven, e incluso su desarrollo social y personal.
Tales situaciones aconsejan la separación temporal entre el hijo/a y sus progenitores y el ingreso del menor o la menor en un centro residencial, bien privado o bien dependiente de la administración judicial de la protección de menores. La salida del hijo/a del domicilio familiar suele resultar traumática para todos los elementos del sistema familiar, pero especialmente para el hijo/a. Además, genera dificultades en la relación con los y las profesionales de los centros residenciales. El/la adolescente no quiere residir en ese centro, no conoce a los/las profesionales, en muchas casos no quiere estar con estas personas, no ha generado vínculos segurizantes… En muchas ocasiones no hay disposición, de inicio, a aceptar la ayuda que éstos/éstas puedan brindarle.
Entre los niños y niñas o jóvenes que pasan a estos servicios, una de las habilidades más primordiales que falla es la capacidad autorregulatoria. Presentan dificultades para mantener un diálogo interno que les permita darse cuenta de lo que hacen y piensan. Debido en gran medida a su escasa capacidad reflexiva, tienen una tendencia a saltar rápidamente a conclusiones o a la toma de decisiones sin ordenar, organizar o procesar la información. La responsabilización sobre su propia conducta y las causas que la originan aparecen además seriamente mermadas, por lo que se niegan a iniciar voluntariamente procesos que les ayuden a superar y corregir las dificultades.
En muchas ocasiones se hace necesario, por tanto, un trabajo previo al abordaje psicoterapéutico o psicoeducativo. Enmarcado en un formato presencial más intensivo, este trabajo previo debe resultar profesional, guiado y orientado, y estará encaminado a trabajar aspectos básicos y necesarios para propiciar la aceptación voluntaria del abordaje psicoterapéutico o psicoeducativo, con garantías de que la persona joven realmente pueda beneficiarse de él.